El cooperativismo como escudo para productores: escala, crédito y negociación colectiva
Para el economista David Miazzo, la cooperativa es precisamente la herramienta que permite a pequeños productores acceder a escala, poder de negociación y financiamiento, aspectos que su tamaño individual no les habilita. En un contexto donde la concentración económica y…
Para el economista David Miazzo, la cooperativa es precisamente la herramienta que permite a pequeños productores acceder a escala, poder de negociación y financiamiento, aspectos que su tamaño individual no les habilita. En un contexto donde la concentración económica y las dificultades de acceso al crédito golpean con fuerza a los productores de mediana y pequeña escala, surge con renovada actualidad la pregunta: ¿para qué sirve una cooperativa hoy? Según el economista David Miazzo, la respuesta es contundente: una cooperativa les permite lograr lo que su dimensión individual no puede, como escala, mejor poder de negociación y acceso más efectivo al crédito. Miazzo sostuvo que históricamente muchas cooperativas nacieron “en momentos malos”, es decir, en crisis, como respuesta colectiva a escenarios adversos. Esa vocación de emergencia, lejos de ser un defecto, es parte de su razón de ser. En el marco del Congreso Internacional de Coninagro, enfatizó que el sentido básico de una cooperativa es “darle a los productores lo que su tamaño no les permite”. Las ventajas que justifican la forma asociativa Escala colectiva Producir de forma aislada limita la capacidad de operación y encarece costos. Al agruparse, los socios pueden agrupar su producción, comprar insumos en volumen y optimizar logística, reduciendo así costos unitarios. Negociación más fuerte En mercados donde los precios son impuestos por grandes compradores o por cadenas dominantes, las cooperativas funcionan como contraparte colectiva: tienen peso para negociar precios, contratos o condiciones que de otro modo estarían fuera del alcance del productor individual. Acceso al crédito formal Un productor solo muchas veces no puede reunir los requisitos bancarios: garantías, historial de facturación, solvencia. Pero una cooperativa organizada, con balances, estructura institucional y responsabilidad colectiva, puede acceder a líneas de financiamiento con condiciones más favorables. Además, en economías regionales esta estructura ha permitido recorrer el camino de la industrialización: transformar materias primas en productos elaborados (jugos, vinos, alimentos balanceados) que agregan valor y no dependen exclusivamente de los mercados básicos. Cooperativas ante los ciclos adversos Miazzo advierte que no todas las cooperativas están en su mejor momento — “hay de todo” — pero que muchas mantienen un perfil cauteloso: no se sobreendeudan, ajustan cuando es necesario, y sobreviven en coyunturas complicadas. En efecto, según su visión, cuanto más adverso es el contexto, más sentido tiene la solidaridad organizativa. Así, el cooperativismo no aparece como una alternativa romántica, sino como un instrumento pragmático para reducir riesgos estructurales, estabilizar ingresos y fortalecer la posición del productor frente a mercados fluctuantes. Un modelo que reclama acompañamiento Aunque las cooperativas pueden resolver muchas limitaciones individuales, su eficacia también depende del entorno regulatorio, de incentivos estatales, de infraestructura y de apoyo técnico. Por eso, las políticas públicas deben reconocer el rol estratégico del cooperativismo para apuntalar las economías regionales y diversificar la matriz productiva nacional. Para Miazzo, el desafío no es tanto demostrar que la cooperativa sirve, sino acompañarla: diseñar legislación, líneas de crédito especializadas y mecanismos de integración que reduzcan las brechas entre pequeños productores y grandes actores del mercado. Fuente: Bichos de Campos