
La crisis que atraviesa el sistema de servicios públicos prestados por cooperativas en Chubut —y en buena parte del país— no es una sorpresa, sino la consecuencia de años de falta de control, desidia institucional y omisiones políticas que erosionaron progresivamente la confianza de los socios y la calidad de las prestaciones.
El fracaso del control institucional
Según el especialista Miguel A. Gauna Lavayen, una de las causas estructurales del colapso del modelo está en la ineficacia de los mecanismos de control interno. Las figuras que deberían haber garantizado la transparencia —síndicos, comisiones fiscalizadoras y auditores externos— han sido, en muchos casos, meros adornos institucionales o directamente cómplices del deterioro.
“La falta de independencia, la inconsistencia en los informes y la permisividad frente a irregularidades son algunos de los síntomas de una enfermedad más profunda: la pérdida de la cultura cooperativa en la práctica diaria”, sostiene Gauna Lavayen.
Una responsabilidad política que no puede esquivarse
El autor subraya que la mayor cuota de responsabilidad recae sobre los poderes políticos provinciales y municipales. “La prestación de los servicios públicos es una obligación indelegable del Estado. No se trata de una elección ni de una concesión caprichosa: está en la ley”, afirma.
La falta de seguimiento real por parte de los entes reguladores, el incumplimiento de los marcos contractuales y la desconexión entre las cooperativas y los lineamientos de la Ley de Defensa del Consumidor contribuyen a perpetuar un esquema que parece haber agotado sus posibilidades tal como está diseñado.
¿Intervenciones que ordenan o maquillaje de ocasión?
Durante el último verano, el escenario se vio convulsionado por intervenciones, acciones del INAES y una disputa abierta con CAMMESA. Sin embargo, Gauna Lavayen advierte que estas medidas “no deben confundirse con una solución estructural”.
El tiempo, señala, será el juez inapelable. Cuando cesen las veedurías y las cooperativas vuelvan a manos de sus antiguos (o similares) administradores, el problema de fondo —la ineficiencia, la falta de institucionalidad y el desencanto de los socios— seguirá latente si no se emprende un cambio profundo.
Reformar en serio: el desafío pendiente
¿Estamos ante el fracaso definitivo del modelo cooperativo en los servicios públicos, o frente a la oportunidad de su refundación? La respuesta dependerá, como tantas veces, de la voluntad política de generar reformas estructurales que fortalezcan el cooperativismo con reglas claras, participación real de los asociados y controles que funcionen.
Chubut podría transformarse en un caso testigo. Pero para ello será necesario decidir entre mantener un sistema que ha perdido eficacia y legitimidad, o repensarlo desde sus cimientos, recuperando el espíritu solidario, democrático y eficiente que define al verdadero cooperativismo.
Fuente: www.elchubut.com.ar